Las telenovelas y las series de televisión turcas encandilan a los árabes, que sueñan con la cosmopolita Estambul como destino favorito para un viaje de bodas. Pero el mundo árabe también envidia el progreso económico y las libertades de los turcos. Dos de cada tres ciudadanos de ocho países de Oriente Próximo consideran que Turquía es el modelo político para la región y el que mejor compatibiliza el islam con la democracia.
Una encuesta que acaba de ser presentada en Ankara por la Fundación Turca de Estudios Económicos y Sociales (TESEV) muestra que el 66% de los habitantes de Egipto, Jordania, Líbano, Siria, Irán, Irak y los territorios palestinos ve favorablemente a Turquía como sistema político de referencia para la región, y una proporción similar la considera "la mejor síntesis de democracia y religión musulmana".
Entre las 2.267 personas consultadas en la encuesta, elaborada entre agosto y septiembre de 2010, la tradición islámica de Turquía es el factor más destacado en un 15% de los casos, seguido por la pujanza económica (12%), su sistema democrático (11%) y su actitud en el conflicto palestino-israelí (10%), por citar las cuatro respuestas con mayor porcentaje.
Para el 12% de los encuestados que rechazan el modelo turco en la región, las principales razones son su Constitución laica (12% de este grupo), su escasa identidad islámica (11%), sus estrechas relaciones con Occidente (10%) o, simplemente, porque Oriente Próximo no precisa de modelo alguno (8%).
En realidad, Turquía es la única democracia efectiva en la región y un solitario modelo de referencia. La formidable alternancia que supuso en 2002 la llegada al poder del Partido de la Justicia y el Desarrollo (islamista moderado) marca el ascenso del prestigio turco en el mundo árabe, donde un 78% de sus ciudadanos cree que Ankara debe incrementar su influencia política y económica.
La desafiante actitud del primer ministro Recep Tayyip Erdoğan ante Israel, en el Foro de Davos en 2009 y tras el asalto a la flotilla de Gaza en 2010, ha convertido además al gobernante turco en un campeón de la calle árabe, que ahora bulle en una ola de cambio tras la revolución popular de Túnez.
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