BRUSELAS
La Unión Europea decidió a última hora del jueves designar al primer ministro belga, el democristiano Herman Van Rompuy, como primer presidente de la UE, mientras que la actual comisaria europea de Comercio, la británica Catherine Ashton, será quien sustituya a Javier Solana como responsable de la política exterior de la Unión.
Fuentes diplomáticas de Bruselas confirmaban la designación del actual primer ministro belga como el nuevo presidente de la UE, un cargo que nace sin prácticamente ningún poder real y sin pasar por un referéndum, algo que ha sido muy criticado por los sectores que llevan tiempo denunciando la falta de democratización en las instituciones de una UE cada vez más alejada de los problemas reales de los ciudadanos. La designación de Van Rompuy, prácticamente un desconocido y con escaso carisma, confirma las sospechas de que los gobiernos han optado por buscar más un personaje poco molesto para los intereses nacionales de los estados miembros, que alguien que represente a la UE en el mundo. Los partidarios de Van Rompuy afirman por contra que puede hacer un buen papel, dada su experiencia en la difícil marea política belga.
En cuanto a la designación de Ashton, su elección llegó después de que el primer ministro británico Gordon Brown aceptara abandonar su exigencia de que su predecesor Tony Blair se convirtiera en el presidente de la UE, a cambio de que la británica fuera elegida en sustitución del español Javier Solana. Ashton no obstante verá reforzadas sus competencias, y será además al mismo tiempo vicepresidenta de la Comisión Europea.
La designación de un presidente de la Unión Europea pretende ser una respuesta de los 27 ante la creciente merma del papel de Europa en un mundo cada vez más globalizado, especialmente tras la reciente crisis económica mundial, que ha visto resurgir con más fuerzas a potencias emergentes en Asia como China y ha supuesto la nueva preponderancia del G-20 frente al G-8, donde la UE gozaba de una amplia representación.
Declaraciones contra el ingreso de Turquía
Nada más conocerse la noticia de la designación de Van Rompuy presidente de la Unión Europea, varios medios turcos se hacían eco de unas declaraciones pronunciadas hace algún tiempo por el primer ministro belga en las que arremetía contra las aspiraciones de Turquía por ingresar en la UE.
Van Rompuy manifestó en 2004, durante una reunión del Consejo de Europa en el parlamento belga, que "Turquía no es parte de Europa, y nunca será parte de Europa", según citó el diario turco Hürriyet citando fuentes de Bruselas. La opinión del primer ministro belga, entonces en la oposición, se basó -según palabras del propio Van Rompuy- en la consideración de que los valores cristianos forman parte "fundamental" de Europa.
"Una ampliación de la UE para incluir a Turquía no puede ser considerada sólo como otra ampliación de las habidas en el pasado. Los valores universales que están vigentes en Europa, y que son también valores fundamentales de la Cristiandad, perderán vigor con la entrada de un gran país islámico como es Turquía", comentó entonces Van Rompuy.
Fuentes del gobierno belga quisieron sin embargo quitar importancia a estas palabras, y si bien confirmaron estas declaraciones subrayaron precisamente que Van Rompuy las hubiera realizado hace años, estando en la oposición. "Las cosas que se dicen en la oposición son diferentes de las que te encuentras a ti mismo diciendo cuando estás en el gobierno. Lo serio en política es juzgar a alguien por lo que dice y hace cuando está en el poder. Si descartáramos a todos los políticos que han dicho cosas poco afortunadas en el pasado, tendríamos una lista de candidatos cortísima", comentarón varios responsables del gobierno belga bajo condición de anonimato.
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