MADRID (EL PAÍS)
Egemen Bağış se incorporó el pasado enero al gobierno turco como ministro para Asuntos Europeos con el objetivo de dinamizar las languidecientes negociaciones de adhesión de Turquía a la UE. Pero no es un recién llegado al equipo del primer ministro Recep Tayyip Erdoğan. En noviembre de 2002, poco después de la primera arrolladora victoria electoral del islamismo moderado turco, ya acompañaba en calidad de asesor para asuntos internacionales a su jefe de filas en su primera visita a La Moncloa.
Este diputado por Estambul nacido hace 39 años en el sureste de Anatolia es considerado uno de los líderes con más proyección de futuro en el gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, en sus siglas en turco).
¿Cree, como la Comisión Europea, que Turquía va a pasar en 2009 el examen final para demostrar su voluntad de ingresar en la UE?
Si se tienen en cuenta los primeros meses del año, Turquía presentó en enero un programa nacional de cuatro años para armonizar nuestra legislación a la europea. Se ha creado un nuevo ministerio para llevar las negociaciones con la UE. Erdoğan viajó también a Bruselas por primera vez en cuatro años. Hemos aprobado el Protocolo de Kioto, un canal de la televisión estatal ha empezado a emitir en lengua kurda 24 horas al día… Creo que vamos en el buen camino para superar el examen.
Pero Merkel y Sarkozy insisten en rechazar la plena integración de Turquía en la UE y proponen a cambio una “asociación privilegiada”.
He buscado en toda la legislación europea, en las miles de páginas del acervo comunitario, y no he encontrado ningún concepto parecido. Esa cláusula no existe. Es algo superficial, una idea sin contenido. Turquía ha recibido muchas promesas en Europa desde hace 50 años, y en la UE el cumplimiento de las promesas es un principio básico. Sarkozy y Merkel son libres de decir lo que quieran, pero en realidad están utilizando la cuestión de la entrada de Turquía en la UE para su consumo político interno.
¿Va a seguir creciendo el sentimiento de rechazo a Turquía en otros países?
Muchos de los que se oponen a la entrada de Turquía en la UE acabarán como notas a pie de página en los libros de historia. La UE es en sí misma un proceso de paz, y el ingreso de Turquía puede suponer la coronación de ese proceso. Más de 1.500 millones de musulmanes en el mundo están observándolo con mucho interés. La juventud que emerge en el mundo islámico —con 20 millones de musulmanes ya instalados en Europa— necesita un modelo. Pueden elegir entre los que fomentan la discriminación y la violencia o los que, como Erdoğan, apuestan por la democracia, los derechos humanos y la modernización de su país.
Turquía acaba de llegar a un acuerdo para reanudar las relaciones con Armenia. ¿Sabe cuándo se reabrirán las fronteras comunes?
Para que prospere el diálogo necesitamos establecer una cooperación entre Armenia y Azerbaiyán. Tras el reciente conflicto entre Rusia y Georgia, Turquía ha propuesto un Pacto de Estabilidad para el Cáucaso que implica a cinco países con dificultades en sus relaciones. Es mejor resolver nuestras diferencias en la mesa de negociaciones que intentar hacerlo por otros medios. Desde que el AKP llegó al poder en Turquía hemos impulsado una política exterior de cero problemas con nuestros vecinos. Queremos convertirnos en un centro neurálgico para el paso de la energía desde el Caspio hacia Europa. Turquía forma parte de la solución a los problemas de Europa, y la energía es uno de esos problemas. Queremos ser un centro neurálgico para la paz: estamos mediando entre Israel y Siria, entre Rusia y Georgia… y también nos hemos ofrecido para mediar entre EE.UU. e Irán.
El Gobierno del AKP ha propuesto una amplia reforma de la Constitución, pero altos cargos del poder judicial han puesto el grito en el cielo en defensa del principio del laicismo.
El poder judicial debe limitarse a aplicar las leyes, no a redactar la Constitución. Ésa es una responsabilidad del Parlamento: del partido en el Gobierno y los de la oposición. Esperamos llegar a un acuerdo para reformar la Constitución y hacer más democrático nuestro país. Si es necesario, convocaremos un referéndum para aprobar los cambios. No queremos cambiar el Estado, sino hacerlo más democrático. Por ejemplo, mediante el establecimiento de la institución del Defensor del Pueblo, como exige Bruselas. La reforma sigue las recomendaciones de la UE.
El presidente Abdullah Gül ha hablado por primera vez de solucionar el problema kurdo. ¿Es posible una solución?
Yo he nacido en el sureste de Anatolia, mi padre fue alcalde en una ciudad. En 2007, el AKP ganó las elecciones en Turquía con el 47% de los votos, y en el sureste obtuvimos un 57%. Por primera vez sus habitantes prefirieron un partido que defendía sus necesidades reales en lugar de apostar por uno de inspiración étnica, y por primera vez un partido gobernante en Turquía ha alcanzado el liderazgo en la región. Una cuarta parte de los diputados de nuestro partido son de origen kurdo. Turquía no tiene un problema kurdo, sino de terrorismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario