El consumo interno no logra compensar la caída de las exportaciones a causa de la recesión en la UE, y los efectos comienzan a sentirse en el sector automovilístico o el textil.
BURSA (agencias)
Turquía ha logrado salir indemne de las turbulencias financieras que en el último año han golpeado a otros muchos países, pero no escapará de la crisis de la economía real, cuyos efectos ya está empezando a notar. El desorden que ha sacudido el sistema financiero mundial ha pasado de largo por Turquía gracias a las reformas para aumentar la solidez del sector acometidas tras la crisis de 2001 -que se llevó por delante una veintena de bancos- y a la escasa conexión de las entidades turcas con el exterior, según fuentes de la oficina de la Comisión Europea en el país. En cambio, la crisis económica mundial sí dejará huella, según coinciden diversos analistas, pues la turca es una economía exportadora y su principal mercado, la UE, está en pleno desplome.
Aunque el gran tamaño del mercado interno puede ayudar a compensar la caída de las exportaciones, el hecho es que los pedidos a las fábricas turcas ya han empezado a cancelarse. Una muestra reveladora se sitúa en Bursa, la ciudad más industrializada del país y donde tienen plantas de ensamblaje algunas de las firmas de automoción más importantes del mundo, como Renault, Fiat, Ford, Honda, Toyota, Peugeot y Hyundai. La fábrica de Tofas, que produce vehículos para Fiat y Peugeot y componentes para esas marcas y otras como Opel y Renault, ha eliminado la semana pasada uno de los tres turnos diarios y ha decidido despedir temporalmente a alrededor de 700 empleados (tiene más de 8.000), algunos de los cuales aprovecharán para completar lo que les falta de servicio militar.
En un encuentro con un grupo de periodistas extranjeros, uno de los gerentes de la fábrica, Erkan Polat, trató de minimizar el impacto de la crisis, pero acabó reconociendo que de sus cadenas de montaje salen ahora 350 automóviles diarios, cuando su capacidad máxima es de 840.
En cualquier caso, esta contracción llega después de años de espectacular crecimiento, en línea con la fuerte expansión de la economía turca (el PIB subió de media el 7% de 2002 a 2007), que ha permitido que el número de vehículos fabricados en el país pasara de algo de más de 430.000 unidades en 2000 a más de 1,3 millones en 2008.
La menor demanda también se deja notar en otras áreas, como la industria textil, la primera del país, que representa casi el 10% del PIB nacional. Por ejemplo, el grupo Orta Anadolu, un fabricante de ropa vaquera que vende sus productos a marcas como Levi's, Lee, Wrangler, Diesel, Tommy Hilfiger, GAP, Replay, Calvin Klein, Gas y H&M, planea reducir su producción en torno a un 30 por ciento ante el descenso de los pedidos.
Las autoridades admiten cierta desaceleración, pero insisten en que la situación de la economía nacional no es preocupante, para evitar paralelismos con lo vivido en 2001. En esta línea, el Gobierno se resiste a solicitar un préstamo al Fondo Monetario Internacional (FMI) que muchos consideran urgente para asegurar la situación financiera de Turquía, temeroso de que el organismo internacional limite su margen de gasto justo antes de la elecciones locales, según explica el redactor jefe del diario económico Referans, Eyüp Can Sağlık.
Respecto a la perspectiva de adhesión a la UE, aunque sigue siendo oficialmente un objetivo, ha desaparecido la "sensación de urgencia", en opinión del economista y profesor universitario Asaf Savaş Akat, que reconoce, no obstante, que la negociación ha servido para impulsar reformas y consolidar la democracia en Turquía.
Desde la Comisión Europea son conscientes de que tanto las autoridades como la población turca están "decepcionadas" con la Unión, sobre todo tras la admisión de Chipre como socio a pesar de su rechazo a la reunificación de la isla, y reconocen que los Estados miembros envían a Turquía señales "confusas".
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