Apabullada por un rodillo, Turquía deambulaba por el césped del estadio de Ginebra ofreciendo la imagen de un equipo entregado. Acababa de marcar Plasil el 0-2 para Chequia y el duelo se daba por finiquitado.
GINEBRA (Sport)
Pero no para todo el mundo. Puede que los propios hinchas turcos se dieran por vencidos pero del banquillo se escuchó un grito que llamó al despertar: “Perderemos, pero dejando hasta la última gota de sudor por evitarlo”.
A falta de un plan y herida de muerte, Turquía apeló a la fe en busca de un imposible y cuando apenas tres minutos después de que Chequia perdonase el 0-3 logró el 1-2, la marea roja que inundaba las gradas contagió a los entusiastas hombres de Fatih Terim, que convirtieron el último cuarto de hora en una oda a los milagros. Que, se demostró, siguen existiendo en el fútbol.
“Somos así, nunca nos rendimos. Jamás hay que dar un partido por acabado y hay que lucharlo hasta el último suspiro, incluso si estás perdiendo por 4-0” aseveró ayer el entrenador turco.Lleva Turquía dos partidos viviendo al límite para besar la gloria. Remontó ante Suiza para ganarle en el último suspiro e hizo el más difícil todavía ante Chequia. Habrá equipos mejores, pero no más entregados a la causa.
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