ALEMANIA TIENE QUE AFRONTAR SU PROPIA REALIDADİLNUR ÇEVİK (artículo publicado el 7 de febrero de 2008 en el diario turco The New Anatolian)
El trágico incendio en Ludwigshafen debería ser otra llamada de atención para darse cuenta de que no todo va bien entre los alemanes y los turcos en Alemania. Pero tenemos que respetar las sensibilidades de las autoridades alemanas y de nuestros amigos en la sociedad alemana durante el proceso.
El trágico incendio en un edificio de apartamentos en Ludwigshafen que dojó nueve turcos muertos (incluyendo a cinco niños) resucita viejos recuerdos del desastre de Solingen, donde los neo-nazis prendieron fuego a una casa habitada por turcos matando a varias personas.
La tragedia de Solingen fue una llamada de atención para la sociedad tanto de Turquía como de Alemania.
La gente vió la profundidad de la xenofobia en Alemania y que la mayoría de esa xenofobia estaba dirigida hacia los turcos, que son la mayor minoría extranjera en el país.
Resulta triste que la enemistad hacia los turcos se incrementara en Alemania tras la caída del imperio soviético y la reunificación de las dos Alemanias. Los alemanes del este se volvieron cada vez más conservadores y simpatizaron con visiones extremistas que tenían por objetivo los turcos.
Con la tragedia de Solingen, lo que era obvio para muchos de nosotros salió a la superficie y los alemanes se dieron cuenta de la urgencia de la cuestión. Tenían que prestar atención a la cuestión de la xenofobia.
Los turcos forman parte de la realidad de Alemania, y todos tenemos que vivir con ello.
Muchos turcos sen han convertido en importantes miembros de la sociedad alemana y han contribuido al bienestar del país en diferentes áreas. Se han convertido en un puente amistoso entre Turquía y Alemania. Miren a Vural Oger, político convertido en hombre de negocios; miren al Profesor Faruk Sen, y muchos otros.
Pero también hay algunos turcos que por desgracia no han conseguido integrarse en la sociedad alemana y que se han convertido en un tema problemático para todos nosotros.
Tanto las autoridades alemanas y turcas, así como las ONGS, tienen que tratar esta cuestión de una forma realista y tratar de resolver la situación.
Mientras tanto, los alemanes tienen que ver que a pesar de sus buenas intenciones y de sus duros esfuerzos, la xenofobia aún existe y los grupos neo-nazis están explotándola de forma muy efectiva.
No sería una sorpresa si el incendio de Ludwigshafen fuera el resultado de un sabotaje y los culpables fueran los neo-nazis.
Sin embargo, tenemos también que asegurarnos de que el incidente no enturbia nuestras florecientes y fuertes relaciones con Alemania. Los alemanes han comenzado a apoyarnos cada vez más sobre la cuestión de Chipre. El viaje del antiguo Canciller Gerhard Schroeder al norte de Chipre para visitar a los turco-chipriotas resulta muy significativa.
Más y más alemanes están visitando Turquía como turistas, y cuantos más vienen, más ven el verdadero rostro de Turquía y regresan a sus casas con una visión diferente del país. No podemos permitir que se proyecte una sombra sobre todo esto.
Tenemos que tratar el incendio de Ludwigshafen con gran sensibilidad, pero también no hacer enfadar a nuestros amigos en Alemania.
İlnur Çevik es editor jefe del diario turco en inglés The New Anatolian.
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