Artículo publicado el 30 de agosto de 2007 en el diario International Herald Tribune
Hoskoy (Turquía) A medida que llega la estación de la cosecha, Cem Cetintas cuida sus viñedos con mimo, esperando que produzcan vino agradable para los paladares foráneos, que ayudarán a incrementar sus exportaciones en contraste con el difícil mercado turco.
"Mira, la calidad es buena", dice, sosteniendo un racimo de uvas rojas de tempranillo que importó de la región española de la Rioja para enriquecer su gama de vinos. "En este trabajo no puedes forzar a la naturaleza, tienes que trabajar con ella".
Desde los soleados viñedos de Tekirdag, con vistas al Mar de Mármara, Turquía parece bendecida con el potencial de convertirse en una importante nación productora de vinos. La parte más dura, dice Centintas, es trabajar con las limitaciones de la industria vinícola local.
Los productore de vinos se quejan de una alta carga de impuestos y de un gobierno que sienten que no tiene simpatía por su industria. El gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo, o AKP, tiene sus raices en el Islam político, que no ven con buenos ojos el consumo de alcohol, y la población turca es en su mayoría musulmana - si bien muchos turcos beben alcohol.
A pesar de la antigua historia de Anatolia, donde las civilizaciones hitita y girega produjeron vino durante miles de años, los viñedos sólo se han desarrollado vagamente.
La producción de vino en el Imperio Otomano estaba controlada por la minoría cristiana. En la moderna Turquía, el estado comenzó la producción de vino en 1942 y continuó hasta 2003.
Muchos productores de vino temen que la industria esté ahora siendo reprimida por la oposición al consumo de alcohol dentro del gobierno y de los ayuntamientos regidos por el AKP.
Apuntan a los incrementos en los impuestos sobre el vino, que ahora suponen 1´87 € por litro, o 9´69 $ por galón, casi cuatro veces la media de la UE, que es de 0´48 € por litro.
"El sector del vino ha alcanzado un nivel en el que podría ser una fuente clave de divisas extranjeras", dice Cetintas. "Pero a causa de la subida de impuestos del 400% hace tres años, el sector se está desmoronando". Su compañía, Vinos Melem, tiene previsto exportar alrededor del 60% de las 250.000 botellas que planea producir este año.
Contra esta situación, los productores de vino intentan aumentar el perfil de los poco conocidos vinos turcos en el exterior, con una campaña comercial que subraya la antigua historia de la elaboración del vino en Anatolia.
"La producción turca de vino de calidad está creciendo, y los extranjeros han comenzado a mostrar interés", dice Taner Ogutoglu de Asesoría de Fidelidad, que coordina la campaña. "Debemos actuar como un país, no como empresas individuales".
Ogutoglu dice que 10 productores turcos han alcanzado un acuerdo, en principio, sobre un proyecto para comercializar sus vinos internacionalmente bajo la marca de "Vinos Anatolios".
Los productores turcos inicialmente se centraron en exportaciones de vino de baja a media cualidad, pero ahora se plantean competir en el sector más exigente.
La industria turca del vino parece tener un gran potencial; tiene la cuarta mayor superficie de viñedos del mundo, y un buen clima y calidad de suelo. Tiene también un bullicioso mercado negro, un signo de salud a pesar de los elevados impuestos.
La Asociación de Empresarios del Vino ha estimado en 110 millones de litros sus existencias de vino, o 29 millones de galones, de los cuales solo 30 millones de litros están registrados.
Las autoridades están tratando ahora de constreñir al sector no registrado mediante la exigencia de sellos oficiales en las botellas a partir de noviembre.
Un informe elaborado por la Organización de Planificación Estatal dice que la falta de formación, la limitada promoción interna y la incapacidad de competir globalmente mantienen también al sector en la retaguardia.
Los productores locales están protegidos por elevados aranceles aduaneros sobre las importaciones, una práctica que ellos dicen es necesaria.
"Las compañías en Turquía que no han alcanzado economías de escala no pueden competir a nivel internacional", dice Ogutoglu de la Asesoría de Fidelidad.
La limitada demanda doméstica está también animando a los productores de vino a mirar hacia la exportación. El consumo de vino per cápita en Turquía alcanza alrededor de un litro anual, comparado con los casi 65 litros per cápita en Francia o los niveles de consumo más bajos en otros paises occidentales.
El valor del vino registrado producido en 2005 por unas 70 compañías de vino turcas fue de alrededor de 65 millones de liras, o 50 millones de dólares.
El informe de la industria también subraya las restricciones municipales sobre los lugares donde el alcohol puede venderse y las dificultades en obtener licencias para vender alcohol. Los productores de vino dicen la identidad musulmana de Turquía también dificulta los esfuerzos para comercializar los vinos en el exterior, de ahí la nueva apuesta por crear una marca de comercialización común.
"Turquía es conocida como un país musulmán más que como uno secular, y esto es un serio obstáculo para las exportaciones", dice Hakan Ilkkutlu, jefe de ventas de uno de los principales productores de vino, Doluca.
La industria puede sacar provecho, sin embargo, de un gran sector turístico para incrementar las ventas y mejorar la imagen de sus vinos para aumentar las exportaciones, que fueron evaluadas en 8´3 millones de dólares en 2005.
A las orillas del Mar de Mármara, Cetintas ha estado involucrado en la fundación de una escuela para enseñar técnicas de producción de vinos a estudiantes de la zona, una medida destinada a elevar a la industria a un nivel adecuado a su importancia en el desarrollo histórico del vino.
"En este lugar es donde nacieron las uvas", dice Cetintas. "Es la patria del vino".
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