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sábado, 16 de diciembre de 2006

OPINIÓN

¿QUIÉN NECESITA A QUIÉN?


ETYEN MAHÇUPYAN (publicado en el diario turco "Zaman", traducido del inglés original)







Los países miembros de la UE se pondrán de acuerdo sobre una política conjunta acerca de las conversaciones de adhesión con Turquía el 14 de diciembre. Sin embargo, a pesar del contenido de esa decisión, todo el mundo sabe que no será indicativa de un consenso final y la cuestión del acceso de Turquía seguirá sin resolverse.

Hay tantas oportunidades para evitar el acceso de Turquía a la UE en el futuro que es difícil entender la lógica que hay detrás de la resistencia de la UE, que revela defectos en su política respecto a Chipre. Sin embargo, un cuidadoso análisis de este asunto implica un estudio desde el punto de vista contrario, acerca del futuro de la apuesta de Turquía por la UE. Los países de la UE con turcofobia perderán gradualmente apoyos, y los debates sobre la identidad de la Unión Europea convergirán en una noción de "europeanismo" en los próximos años, cuando los Estados Unidos probablemente elijan un gobernante demócrata después de la administración Bush. Además, la oposición liberal en Israel ganará fuerza y el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) de Turquía habrá tenido varios años de experiencia bajo su cinturón como responsables del gobierno de Turquía.

Estos sucesos tendrán lugar cuando se vuelva difícil políticamente evitar el acceso de Turquía a la Unión Europea. Este año podría ser la última oportunidad para sabotear la europeización de Turquía y la secularización de Europa. Consecuentemente, ambas partes están afrontando una coalición de grupos escépticos a las ideas democráticas.

La gente que piensa en términos de nación-estado continúa percibiendo el asunto en el sentido del compromiso recíproco. El pensamiento liberal es incapaz de proveer sentido común sobre este tema porque lo que esta forma de pensar ve como solución es dejarlo en manos de instituciones superiores de arbitraje, o iniciar un pacto que ambas partes tengan que aceptar. Desafortunadamente, estos métodos no pueden crear un nuevo mundo. A largo plazo esto lleva a ambas partes a sentir que han perdido, urgiéndolas a centrarse en sus propios intereses. Los supuestos en los que ambas partes ganen son posibles sólo en una atmósfera democrática en tiempos cruciales y de decisiones a largo plazo, porque sólo en una situación como esta ambas partes pueden renunciar a sus posiciones recíprocamente, acercarse con un tercer planteamiento basado en la sinergía y crear una atmósfera de confianza mútua.

El problema es que el pensamiento democrático en ambas partes es aún minoritario. Aceptar a Turquía dentro de Europa es hacer crecer a Europa y, de hecho, democratizar Turquía. La institucionalización de este proceso en un contexto global implica que la democratización sería una transformación sin marcha atrás. Por lo tanto, el reciente debate acerca de quién necesita a quién es la evidencia de la actual superficialidad, porque desde un aspecto geopolítico no sería lógico decir que Occidente necesita a Turquía más que lo que Turquía necesita a Occidente. En el lado contrario, teniendo en cuenta que Europa no es la única representante de Occidente, el papel de la Unión Europea no puede ser evaluado por sí mismo ignorando a los Estados Unidos. Sin embargo, y más importante aún, hay simetría entre los lados sociales y geopolíticos: en términos de estabilizar un sistema democrático, es difícil aseverar que un lado necesita más al otro lado. El problema de la democracia en Turquía implica problemas más urgentes y fundamentales, pero ambas partes gozan de debilidades crónicas y fragilidades en lo que se refiere al futuro. Finalmente, y a menos que se interiorice un sistema democrático, nadie debería experar de un país o de una unión de países que se convierta en un poder geopolítico.
 
Filosóficamente y políticamente, la Unión Europea y Turquía no han necesitado nunca tanto el uno del otro como se necesitan ahora. Y los líderes europeos no ignoran este importante hecho.


Etyen Mahçupyan es un conocido periodista e intelectual turco, y con frecuencia ejerce de columnista en varios periódicos turcos. Cristiano de origen armenio, fue profesor de Ciencia Política en la Universidad de Ankara y es autor de nueve libros. Es también jefe del programa de democratización de TESEV (Fundación para los Estudios Económicos y Sociales de Turquía).


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